"Las víctimas de una agresión sexual vienen aturdidas, casi ni se lo creen"

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El zarpazo psicológico que deja una agresión sexual es tan hondo como el desconcierto que genera todo lo ocurrido. "El tratamiento debe comenzar de inmediato, a poder ser al día siguiente, es muy importante que las víctimas sepan que no están solas", subraya Ana María Sánchez, coordinadora del programa de atención psicológica para mujeres maltratadas y víctimas de agresión sexual en Gipuzkoa.

Los profesionales se afanan precisamente en eso, en trasladar cariño en esos primeros instantes de turbación, cercanía, de alguna manera, arroparlas. "Vienen muy aturdidas, impactadas por todo lo que ha sucedido, casi ni se lo pueden creer", describe la responsable de este programa, que funciona en Gipuzkoa desde 1994, en virtud de un convenio con la Diputación.

Aunque no es el único modo en el territorio de brindar ayuda a quien más lo necesita en este trance, ya que existe la asistencia a la víctima del Juzgado de Donostia, la psicóloga advierte desde su experiencia una demanda imparable de mujeres agredidas. "El año pasado atenderíamos en Gipuzkoa a unas 300, entre víctimas de violencia doméstica y agresiones sexuales", calcula Sánchez.

Los profesionales saben que en buena medida se debe a la Ley Integral de Violencia Doméstica, una puerta abierta para que las mujeres que soportan estas situaciones, lejos del oscurantismo de antaño, encuentren los recursos disponibles, algo que constatan los servicios sociales de base, que derivan cada caso. "Intentamos que la víctima llegue a consulta, como mucho, a los dos días de la agresión", señala.

Variables.

Pero nunca hay una situación pareja a otra. Afrontar un proceso de recuperación psicológica depende de un sinfín de variables. De hecho, según precisa, no es lo mismo el caso de una mujer "que acude a nosotras" después de haber vivido una agresión sexual sistemática en el seno familiar, incluso desde niña, a lo que puede ser una violación más puntual, como la supuesta agresión que se produjo el pasado sábado en el barrio donostiarra de Riberas de Loiola. Ambas situaciones son dramáticas, pero desde el punto de vista psicológico presentan diferentes matices. "En el caso de una violación puntual como la del otro día en Riberas de Loiola, probablemente haya un estrés postraumático, y siempre dependerá de las dotes que tenga la víctima para poder afrontar un suceso así", [/i]aclara la coordinadora.

Para este tipo de agresiones, el programa contempla un plazo de atención psicológica que se prolonga durante aproximadamente un año, que incluye un total de 30 sesiones. Los psicólogos, por lo general, entienden que es un periodo de tiempo suficiente para que una persona pueda recuperarse en la medida de lo posible.

Durante este complicado proceso de asimilación, hay un aspecto que merece especial atención para que el tratamiento pueda concluir con éxito. "Es preciso desculpabilizarlas, es vital insistir en que la culpa la tiene exclusivamente el agresor", recalca Sánchez. No es extraño, de hecho, que muchas de las mujeres agredidas se cuestionen un sinfín de veces que, quizá, ellas también tuvieron algo que ver en todo lo ocurrido. "Es habitual que lleguen a pensar cosas así, que se planteen que igual habría sido mejor no haber pasado por un lugar determinado donde se produjo la agresión", asegura. Son sensaciones que generalmente se curan con el tiempo.

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