Área Violencia Doméstica y Maltrato.
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Es mucho lo que se ha escrito en relación a la violencia domestica y las terribles consecuencias que esta deja. Consecuencias que no están limitadas a las cicatrices que muchas veces quedan como recordatorio eterno de que alguien se tomó el derecho de golpear y transgredir ese templo sagrado que debe ser el cuerpo, sino que las mismas se convierten en ecos que repiten una y otra vez las humillaciones, los maltratos y los atropellos a que fue sometido.
Ante este mal de la sociedad en general no basta con señalarlo como una respuesta al mundo de violencia que rodea a la humanidad, sino que se hace necesario verlo como una triste realidad que como un enorme monstruo convierte en infierno una relación, llevándose consigo una condición que debe ser el norte de los seres humanos: la dignidad.
La violencia domestica es un tema que nos atañe a todos y a todas. Es una verdad que está reflejada en las manchas de sangre que rodean cada una de sus letras; es el miedo que encierra su sonido al pronunciarla, es el dolor de saber que no existe una real condena para aquel que descarga su furia y sus inseguridades contra el más indefenso.
Ciertamente que puede parecer que es mucho lo que se ha dicho sobre el flagelo de la violencia doméstica, haciendo alusión al hecho de que son innumerables los casos alrededor del mundo de mujeres que son víctimas y/o sobrevivientes de la misma. Pero no es suficiente y hay que continuar hablando de este tópico que ha logrado borrar la alegría de muchas mujeres, y que se ha adueñado de la inocencia de niños y niñas que han vivido condenados a un ambiente de violencia.
Es necesario continuar educando sobre el tema y defender el derecho que tiene la mujer a ser respetada y valorada, de ir por la vida revestida de seguridad, portando en cada una de sus manos una bandera que represente el orgullo de saberse amada de forma incondicional.
Mientras su rostro presente al despertar y la frescura de un nuevo día, que en sus ojos se hace visible la vida, que no haya que ocultar el dolor ni los moretones con una capa de maquillaje y/o unas gafas oscuras.
Tal pareciera que estamos lloviendo sobre mojado, y así ha de ser mientras exista en la faz de la tierra una sola mujer que tenga que vivir escondida tras el miedo, la angustia y la inseguridad, pensando quizás que no hay salidas, ni esperanzas frente al infierno que se vive, mucha veces detrás de las puertas.
Es importante que cada mujer entienda que hay una luz al final del túnel, que en ocasiones no se hace visible, pero que está a la espera de ser buscada, para servir como guía y ofrecer esa paz tan ansiada.
Este es un llamado de atención a quienes consideran que no hay nada más que hacer y dejan que los actos de violencia a que son sometidas se conviertan en un hecho "natural y aceptable". ¡Falso!
No esperemos a convertirnos en una estadística más, en un número, despertemos y entendamos que el amor no se fundamenta en los golpes, la sangre, los maltratos y la desesperanza, y que a todas nos asiste el derecho de no permitir que alguien disfrazado hoy de cordero y mañana de monstruo nos corrompa los sentimientos y se apropie de nuestra condición de seres humanos.
La violencia doméstica va más allá de las letras que conforman dichas palabras. Es un mal que cada día acaba con la tranquilidad y las ansias de libertad de muchas mujeres. Cuando se sobrevive quedan las huellas imborrables de los malos recuerdos, pero cuando se pierde la vida, sólo surgen preguntas sin respuestas, que acrecientan la tristeza del vacío que deja la mujer, la amiga, la hermana, la madre. El ser humano que fue arrastrado por la corriente del maltrato y el abuso.
Escrito por Beatriz Perez. Extraído de http://www.siglo21.com/note.aspx?parNote=7936
Ante este mal de la sociedad en general no basta con señalarlo como una respuesta al mundo de violencia que rodea a la humanidad, sino que se hace necesario verlo como una triste realidad que como un enorme monstruo convierte en infierno una relación, llevándose consigo una condición que debe ser el norte de los seres humanos: la dignidad.
La violencia domestica es un tema que nos atañe a todos y a todas. Es una verdad que está reflejada en las manchas de sangre que rodean cada una de sus letras; es el miedo que encierra su sonido al pronunciarla, es el dolor de saber que no existe una real condena para aquel que descarga su furia y sus inseguridades contra el más indefenso.
Ciertamente que puede parecer que es mucho lo que se ha dicho sobre el flagelo de la violencia doméstica, haciendo alusión al hecho de que son innumerables los casos alrededor del mundo de mujeres que son víctimas y/o sobrevivientes de la misma. Pero no es suficiente y hay que continuar hablando de este tópico que ha logrado borrar la alegría de muchas mujeres, y que se ha adueñado de la inocencia de niños y niñas que han vivido condenados a un ambiente de violencia.
Es necesario continuar educando sobre el tema y defender el derecho que tiene la mujer a ser respetada y valorada, de ir por la vida revestida de seguridad, portando en cada una de sus manos una bandera que represente el orgullo de saberse amada de forma incondicional.
Mientras su rostro presente al despertar y la frescura de un nuevo día, que en sus ojos se hace visible la vida, que no haya que ocultar el dolor ni los moretones con una capa de maquillaje y/o unas gafas oscuras.
Tal pareciera que estamos lloviendo sobre mojado, y así ha de ser mientras exista en la faz de la tierra una sola mujer que tenga que vivir escondida tras el miedo, la angustia y la inseguridad, pensando quizás que no hay salidas, ni esperanzas frente al infierno que se vive, mucha veces detrás de las puertas.
Es importante que cada mujer entienda que hay una luz al final del túnel, que en ocasiones no se hace visible, pero que está a la espera de ser buscada, para servir como guía y ofrecer esa paz tan ansiada.
Este es un llamado de atención a quienes consideran que no hay nada más que hacer y dejan que los actos de violencia a que son sometidas se conviertan en un hecho "natural y aceptable". ¡Falso!
No esperemos a convertirnos en una estadística más, en un número, despertemos y entendamos que el amor no se fundamenta en los golpes, la sangre, los maltratos y la desesperanza, y que a todas nos asiste el derecho de no permitir que alguien disfrazado hoy de cordero y mañana de monstruo nos corrompa los sentimientos y se apropie de nuestra condición de seres humanos.
La violencia doméstica va más allá de las letras que conforman dichas palabras. Es un mal que cada día acaba con la tranquilidad y las ansias de libertad de muchas mujeres. Cuando se sobrevive quedan las huellas imborrables de los malos recuerdos, pero cuando se pierde la vida, sólo surgen preguntas sin respuestas, que acrecientan la tristeza del vacío que deja la mujer, la amiga, la hermana, la madre. El ser humano que fue arrastrado por la corriente del maltrato y el abuso.
Escrito por Beatriz Perez. Extraído de http://www.siglo21.com/note.aspx?parNote=7936
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