Decenas de niños ingresaron silenciosamente al salón, mirando al suelo.
Uno tras otros, en tono apenas audible, relató cómo fue torturado por el ejército keniano porque sospechaba que habían ayudado a los rebeldes. Hablaron de las golpizas que recibieron y dijeron que les hacían darle la mano a cadáveres. Contaron que los hacían arrastrarse por túneles de alambre de púas y que les apretaban los genitales con tenazas.
Luego se sacaron sus camisas y mostraron las profundas cicatrices que surcaban sus espaldas. Algunas heridas todavía sangraban.
Estos son algunos de los cientos de niños del occidente de Kenia que han sido aterrorizados por las milicias de sus pueblos o por los soldados del gobierno. Varios fueron maltratados por ambos. La milicias incorporaban a niños de tan solo diez años a sus filas y el gobierno lanzó una feroz campaña de represión, en la que torturó a miles de adultos y de menores de edad, según organizaciones de derechos humanos.
The Associated Press entrevistó a algunos de estos niños en un centro de detención, al que ingresó con militantes de la causa de los derechos humanos sin el conocimiento de funcionarios del gobierno y de los militares. Los menores estaban allí desde abril, acusados de promover actividades belicosas. En este despacho no se revelan sus identidades ni el lugar donde se hallaban para evitar que sean objeto de represalias.
En marzo, el gobierno envió al ejército a combatir la guerrilla Fuerza de Defensa de la Tierra Sabaot, en la región de Sabaot. Los militares detuvieron a miles de hombres y niños, y desde entonces circulan informes de asesinatos y torturas. La propia comisión de derechos humanos del gobierno pidió que se juzgue al ministro de defensa y a los principales jefes militares y policiales por esa campaña.
Representantes de los gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña, que suministran cierta asistencia militar a Kenia, le dejaron saber al gobierno keniano que están muy preocupados por las versiones de abusos. El gobierno keniano dice no tener ninguna denuncia de malos tratos.
La milicia de Sabaot surgió como consecuencia de un conflicto por tierras, el mismo que desató una ola de violencia luego de las elecciones de diciembre. El gobierno desalojó a las personas que habían ocupado ciertas tierras del estado y las labraban desde hacía años, y las entregó a terratenientes.
La milicia floreció en las densas selvas del Monte Elgon, donde viven unas 166.000 personas en poblados a lo largo de un volcán inactivo. Algunas familias empujaron a sus hijos a que se plegasen a la guerrilla, mientras que a otras se les dio una alternativa: o pagaban el equivalente a 830 dólares para eximir a su hijo de sumarse a sus filas, o eran asesinadas.
Un chico de 15 años se unió a la guerrilla el año pasado para proteger a su familia, luego de que un tío suyo fuera asesinado.
"Lo mataron a tiros delante mío", dijo el muchacho. "Imploró de rodillas que no lo matasen".
Pasó dos meses en la selva aprendiendo a disparar armas de fuego junto con otros ocho niños. Vio como un chico era obligado a matar a su propio padre. Huyó junto con un muchacho de diez años cuando los guerrilleros comenzaron a traer gente para matar.
Algunos menores simplemente desaparecieron. Una muchacha de 17 años fue secuestrada por cuatro hombres armados con machetes cuando regresaba de la escuela. Su padre tuvo la osadía de ir a buscarlos a su escondite en la selva.
"Me dijeron que me matarían si insistía. No pude hacer nada para protegerla", dijo el hombre con voz temblorosa.
El nombre de la muchacha pasó a engrosar la lista de niños desaparecidos que lleva Job Bwonya, de la agrupación defensora de los derechos humanos Western Kenya Human Rights Watch.
El primer secuestro que apuntó fue el de Joshua, un chico de 17 años desaparecido en julio del 2006. Cuando se supo que estaba llevando una lista de niños desaparecidos, 24 familias se pusieron en contacto con él. Cuatro semanas más tarde, los padres de Joshua, su hermano y una hermana de nueve años fueron abatidos a tiros y Bwonya ya casi no recibe denuncias.
Hasta el momento, Bwonya está al tanto de 42 casos concretos de niños desaparecidos y probablemente capturados por la guerrilla. Ha oído hablar de muchos más. Una consulta parcial en escuelas efectuada hace un año y medio indicó que había 650 niños desaparecidos.
"Las familias tienen miedo de hablar. Nadie las puede proteger", expresó Bwonya.
En otro libro ajado, Bwonya lleva la cuenta de niños desaparecidos que habrían sido capturados por el ejército. Dijo que testimonios de otros menores que fueron liberados indican que al menos 22 niños murieron bajo tortura.
Bwonya se fue del país durante algunas semanas luego de que los militares comenzaron a buscarlo.
Los militares del Monte Elgon no hablan con la prensa. Pero Bogita Ongeri, del departamento de defensa en Nairobi, negó las denuncias de que se tortura a los niños. Afirmó que el gobierno investigó las denuncias y no corroboró un solo caso.
"Ningún efectivo militar ha participado en torturas", declaró. "No tenemos a menores en centros de detención militares. No ha habido niños allí".
Niños entrevistados por la AP, sin embargo, aseguran que los soldados los capturaron cuando salían de la escuela o caminaban por la calle, los torturaron y los mantuvieron enjaulados por días, sin agua ni comida. Algunos tuvieron que ayudar a cargar cadáveres en helicópteros que salían hacia la selva y regresaban vacíos.
Martin Wanyonyi, otro militante de la causa de los derechos humanos, dice tener datos de 70 niños llevados a centros de detención, incluidos algunos cuyas desapariciones fueron confirmadas por sus padres. Wanyonyi dijo que en una reciente visita a una prisión de Bungoma halló a decenas de niños torturados entre los 1.400 reos alojados en una cárcel con capacidad para 400 presos. Algunos de los menores tenían tan solo 11 años. En la prisión olía a aguas residuales y se escuchaban gritos y quejidos.
Wanyonyi le mostró a la AP papeles que documentan que cuatro muchachos habían sufrido torturas tan severas que las autoridades de la prisión se negaron a admitirlos e insistieron en que fuesen llevados a un hospital.
Extraído de http://www.chron.com/disp/story.mpl/sp/nws/5855363.html
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