Ayer, 16 de junio, se celebraba el Día del Niño Africano, pero en realidad poco tienen para festejar los menores de este continente.
La fecha la instituyó la entonces Organización de Unidad Africana (OUA) en 1991 para recordar una masacre ocurrida en 1976 en Soweto, Suráfrica.
Las autoridades del apartheid reprimieron una manifestación pacífica de adolescentes, que exigía la inclusión de lenguas nacionales en la enseñanza y eliminar la discriminación en las escuelas.
Durante esa manifestación juvenil, que duró 14 días, los agentes de Pretoria asesinaron a más de 100 personas e hirieron a miles.
Para la historia quedó ese episodio de coraje infantil con el nombre de “Alzamiento de Soweto”.
Aquel suceso llama a la reflexión de sí los reclamos de aquellos mártires se han concretado hoy.
En Africa, en especial en los países afectados por guerras, epidemias y otras tragedias naturales, la mayoría de los menores sufren pobreza, carecen de escuelas, viven de delinquir o de otras acciones ilícitas.
Los niños de esos estados abandonan sus casas y son víctimas de la violencia, abusos, explotación y tráfico infantil, y proclives a contraer el VIH/SIDA.
El ejemplo más notorio es Darfur, en Sudán, donde unos dos millones de personas debieron dejar sus hogares para huir del conflicto armado. Son menores un tercio de las víctimas de violación en esa conflictiva zona sudanesa.
Fuentes del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) dan cuenta que 12 millones de niños africanos menores de 18 años de edad abandonaron sus países y otro tanto perdió la vida en guerras, violencia o por enfermedades prevenibles.
UNICEF denuncia la explotación del trabajo infantil en el continente y señala a Níger como uno de los casos de mayor dramatismo, pues más de 60 por ciento de sus niños es obligado a trabajar.
Esos infantes vienen de todas las partes del país y en ocasiones de Nigeria, Benin, Togo, y Ghana. La institución de ONU afirma que en casi todo el continente se verifica un tráfico infantil para prostitución o para convertirlos en soldados de ejércitos privados. La edad de las víctimas oscila de siete a 14 años.
Las convocatorias a revertir la actual situación en Africa sólo han recibido oídos en algunos países que han emprendido programas para salvar al futuro del continente.
Empero, la tarea es de tan grandes dimensiones que sólo con un vuelco total de la actual filosofía de concentrarse en el crecimiento económico, pudiera cambiar el curso del porvenir de la infancia africana.
Extraído de http://www.prensalatina.com.mx/Article.asp?ID=%7B30BD447B-41C3-4B01-8D13-5041DBF548D7%7D&language=ES
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